El amor a la bondad, sin amor al aprendizaje, queda enturbiado por la insensatez.
El amor al conocimiento, sin amor al aprendizaje, queda enturbiado por la especulación imprecisa.
El amor a la honradez, sin amor al aprendizaje, queda enturbiado por la perjudicial candidez.
El amor a la franqueza, sin amor al aprendizaje, queda enturbiado por la opinión mal encauzada.
El amor a la osadía, sin amor al aprendizaje, queda enturbiado por la insubordinación.
Y el amor a la fortaleza de carácter, sin amor al aprendizaje, queda enturbiado por la intransigencia.